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Donde van los sueños cuando mueren?

John siempre se levantaba pensando como rellanar el vació que le dejaba su vacía profesión, no atinaba a encontrar los buenos pensamientos que le devolvieran la buena vibra y con ella la alegría de vivir, buscaba cada tarde en los rincones recónditos de su caja de sentimientos y solo encontraba frustración, desesperación, vació y asco, asco de vivir. No podía creerse que no hubiese nada mas en el mundo capaz de llenar el vació que le provocaba la monotonía. No aguantaba esa sensación que le hacía morir al vivirla, no podría con tanta soledad a pesar de que cada noche desde los 22 años se rodeaba de mas de 30.000 personas que aclamaban su nombre a ritmo de rock. Allí, con las mechas rojas de su desdeñado cabello aun pegado en la almohada, húmeda, pensaba en algo que le insuflara lo mas mínimamente parecido a un motivo para levantarse de allí, para abandonar aquella habitación que se había apoderado de su vida durante los últimos ocho días y de sus sueños para siempre. John Woolorf era consciente de que el mundo estaba fuera, solo que no quería salir. "En realidad ya no sé de lo que soy consciente. En realidad, creo que ya no tengo conciencia" decía John en voz baja, como temiendo que alguien pudiese escucharle.

No recordaba con precisión el momento en que todo dejó de tener sentido, el momento en que enterró su vida en vida y decidió guardar su ser en el interior de aquellas cuatro paredes. No recordaba si había sido en el momento en que decidió no intertarlo más o cuando decidió resignarse para siempre, o desde el momento en que quería soltar la guitarra, agarrar su propia vida y echar a correr. Lo único que recordaba, era que cada día, a la misma hora, en el mismo andén, la misma estación de tren y bajo el mismo cartel, se sentaba aquel jovencito escuálido, de tez muy blanca, rubio, pecoso y con unos profundos ojos azules. Siempre iba cargado con una mochila de colores y un lápiz verde detrás de su oreja izquierda. Mientras esperaba, sacaba de la mochila una pequeña libreta negra y dibujaba mundos en los que quería estar. Imaginaba que se iría con Ella y que, con un poco de suerte, perdería su lápiz por el camino y por tanto olvidaría el camino de vuelta. John sentía alegría al verle, lograba salir de sus cuatro paredes única y exclusivamente cuando aquel rubio reflejo de su niñez sentado en las bancas del tren permanecía allí sentado, paciente, pleno, inocente, feliz. Se asomaba sigilosamente por una rendija que él mismo había ensanchado introduciendo los dedos por un huequecito en su cortina, y desde allí, solía salir a abrazarle, a decirle que pintara mas laberintos y que se perdiera en ellos con su skate, que jugara mas con sus hermanos y que no bebiera mucho café, que caminara mas veces descalzo por el patio de casa y se sacudiera menos el barro de los pies, que criara un hamster y le llamara Beto, que nunca se tiñera el pelo de rojo y jamás viviera frente a una estación de tren, quería decirle que cuando cumpliera 62 la vida ya no sería fácil, y que nunca, jamás, perdiera la fe. 

Después, John cubría con cinta de empapelar el huequito de sus encuentros con aquel rubio recuerdo y se cubría de nuevo con las viejas sabanas que un día fueron blancas. Reposaba sus mechones rojos sobre la almohada profunda y entonces se acordaba de cosas que tenía guardadas para decirle y que no se atrevía. "Mañana sí se lo diré", pensaba. Le diría que nunca recibiera aquella guitarra y que se dedicara a su verdadera pasión, que se atreviera con aquel beso y que jamás dudara en comprar aquel billete de avión.

Viviendo apasionadamente



Me deleito. Me deleito cuando tengo en frente de mi a personas capaces de decir con su cuerpo lo que no podrían decir con una mirada, con una sonrisa, con una palabra. Me deleito cuando un simple movimiento de brazos acompañado de un sinfín de energía logra devolverme la fuerza que creía agotada, la ilusión que creía muerta, la sorpresa que creía olvidada. Me deleito cuando alguien me habla de forma tan fuerte y clara que es capaz de sacar a flote sensaciones indescriptibles; cuando sus palabras mudas acarician el corazón y me dejan a punto del llanto. Me deleito cuando el cuerpo habla sin palabras. Me deleito, simplemente, cuando el cuerpo habla. 

Debo confesar que no creo que exista mejor forma de expresión que aquella que, de manera tan personal, provoca en mi tales sentimientos: bailar. Ya no solamente hacerlo, sino que disfruto como nadie cuando veo tal derroche de pasión sobre el escenario que me quita el habla. Es un tanto exagerado, lo sé, y también sé que es sorprendente las pocas oportunidades que tenemos a lo largo de nuestra vida de cruzarnos con personas así. Ya no hablo de baile, ni de bailarines profesionales, ahora hablo de personas normales y corrientes que se dediquen con pasión desorbitada a aquello que deciden hacer diariamente y logran inspirar a otros, hablo de aquellas personas que se determinan a imprimir en todo lo que hacen tanto fervor como el primer día, personas que te dejan patidifuso al no entender cómo diantres pueden hacer su trabajo tan bien, personas que con solo verlas te motivan a mejorarlo todo, personas que dedican tanta pasión a su quehacer que a menudo te instan a superarte, personas cuyo oficio no es un lastre a cargar toda la vida, es su despertador diario; personas que hagan lo que hagan, deciden hacerlo de la  mejor manera posible. Personas que viven apasionadamente.


 Se dice de la pasión que es un sentimiento tan intenso que domina la voluntad y puede perturbar la razón, como el amor, el odio, los celos o la ira. Así que hoy me tomaré el atrevimiento de decir: Si no te gusta algo, cámbialo. Reinvéntate a ti mismo. Si no tienes demasiado tiempo, olvida la tele.  Abre tu mente, tus brazos y tu corazón a cosas y gente nueva. Si te da miedo equivocarte, inténtalo de todas formas, que al igual que perderte te ayuda a encontrarte a ti mismo, equivocarte te hará crecer. Para de analizar, la vida es simple. Baila con ella y vívela con pasión.

[Fotos por Derk Budde]


Si por un momento...


Me preguntaba cuantas veces en la vida habré hecho esto. Cuantas veces has estado envuelto en un momento que consideraste el mejor en mucho tiempo y pensaste en lo afortunado que eras; cuantas veces diste un abrazo de despedida y expresaste la suerte que tenías por haberle conocido; cuantas veces has decidido no abrazar a la ligera; cuantas veces lo has intentado por segunda vez; cuantas veces has preguntado "¿cómo estas?" con verdadera intención de saberlo; cuantas veces te has detenido a mirar ese plato de comida caliente y simplemente dar gracias por que no has sido tu uno de los muchos que, en ese mismo instante, mueren de hambre; cuantas veces has decidido no hacerlo sólo por ti; cuantas veces, en medio del estrés diario y del día oscuro y deprimente has cerrado los ojos y pensado en que, por larga que sea la noche, junto al sol será un recuerdo...

Pregúntate cuantas veces has considerado las piedras en el camino como oportunidades para escalar; cuantas veces al levantarte de la cama has pensado en que ése día lo harás diferente al de ayer; cuantas veces has puesto los pies en el suelo apenas despertar y decidido ser feliz a pesar del mundo; cuantas veces te has detenido en medio de la muchedumbre ensimismada, sola, y has pensado en esas personas que siempre están cuando les necesitas; cuantas veces has callado una respuesta que sabías y regalar tu momento de gloria, simplemente para hacerle feliz y de paso enseñarte a ti mismo que aún te queda un mundo por aprender; cuantas veces te has parado a pensar que hasta los exámenes más difíciles fueron elaborados por seres extraños que algún día también fueron alumnos; cuantas veces has decidido tumbar un muro de orgullo y quedar desnudo ante alguien a quien quieres; cuantas veces has descubierto algo nuevo en un lugar por el que transitas todos los días; cuantas veces... 

... en fin. 

A veces para avanzar es más que necesario detenerse así sea por un instante y mirar a tu alrededor, pues solo así seremos conscientes de aquello con lo que realmente contamos.


Jingle Bells

Parece que con la entrada de Diciembre las cosas suceden mas deprisa, nos entra el síndrome del último mes del año y queremos apresurarnos para hacerlo todo. Curiosamente es en días del año como hoy, en los que nos paramos a pensar en aquellas metas que nos propusimos allá por el 1 de enero de 2011 y que, muy probablemente, cayeron en el mas mísero olvido. Tengo que reconocer que me encanta la navidad, es de esas fechas del año en que parece que lo haces todo con mas ilusión, que el brillo de las luces navideñas te infunde un calor especial, un tanto ridículo, pero calor al fin. Tal vez sea por que en mi entorno siempre se han vivido estas fechas de manera muy intensa, y no hablo del boom de merchandising que aflora como por arte de magia al asomarse los últimos días de noviembre, tiene que ver con ese calorcito hogareño que desprenden estos días  que parece que mientras más fríos, mas cálidos. Es en estas fechas en donde muchos decidimos dejar atrás cosas que hemos cargado durante todo el año y que, por lo que llaman la magia de la navidad, decidimos pasar por alto y simplemente disfrutar.



Volviendo al tema del merchandising, estoy seguro que a ninguno deja indiferente la oleada de spots publicitarios de navidad que las principales compañías del mundo se esmeran en crear. Bien es conocido el ejemplo de Coca-Cola, que tiene los récords de los récords en cuanto a spots publicitarios navideños (sobre todo) se refiere. Reconozco que soy un amante del márketing y del gigante de la Cola, ya no por el producto en sí, (que también), sino por que no encuentro mejor ejemplo de éxito empresarial. Sin embargo hoy quiero hacer mención especial de una agencia creativa made in California que me llamó muchísimo la atención cuando descubrí una de sus campañas, me encantó tanta creatividad, expresada de una forma tan simple: un microondas. Se trata de una felicitación de navidad de la compañía. El proyecto de Jingle Bells AKQA microwaves me gustó tanto que ya he escrito otro artículo acerca de el y, obviamente, no podía faltar en este espacio. 

Una de las primeras entradas de este blog trataba acerca de la inspiración, cosas que lograban sacarme ese lado "freak" y bohemio que tenemos escondido. Y cosas tan sencillas como estas, también me son de inspiración. Por que a veces no hacen falta grandes ideas para sacar adelante grandes proyectos, a veces, es solo cuestión de dejar volar la imaginación.











"We wanted to wish our friends Happy Christmas in a way they would remember. Trouble was, we knew everyone was working to the same brief".


"Queríamos desear Feliz Navidad a nuestros amigos de una forma que pudieran recordar. El problema era que sabíamos que todo el mundo estaba buscando lo mismo".


Corazones como plumas

Hace unos días una persona a quien realmente aprecio me dijo: "He leído el artículo que escribiste, pero tengo que decirte que has perdido tu esencia". Durante los días siguientes y hasta hoy, me preguntaba cual seria esa esencia, qué fue lo que antes estaba y ya no esta, cual era esa fragancia que desprendían mis lineas y que ahora ya no estaba. Releí unas cuantas veces más el susodicho texto; lo leía para asegurarme que los puntos estaban sobre las íes y que, aparentemente, no me faltaba ni una sola coma, lo leía tratando de encontrar un qué, un cómo y un porqué, que efectivamente no encontré hasta mas tarde. Creo que llegué a memorizar cada una de aquellas frases. Ahora que lo pienso, resultaba un tanto estúpido buscar esas respuestas en unas palabras que yo mismo había escrito. ¿Qué me habrá querido decir exactamente?, ¿Me habré expresado mal?, ¿Donde?, ¿A que esencia se refiere?. Pero no la encontré. En ese preciso momento en que me dí cuenta de que no encontraba lo que estaba buscando porque simplemente no estaba. Debo reconocer que fue desconcertante descubrir que, efectivamente, eran palabras... solo eso.



Una de las entradas que más éxito ha tenido en este blog (según Blogger), es la de "No me gustan las orillas", y por paradójico que parezca, es la que más me ha costado escribir. Si te preguntas porqué la respuesta es sencilla: porque cuando estas enfrente del teclado, con la mente en el recuerdo, el corazón blando y los dedos ágiles, afloran sentimientos y sensaciones extrañas que hasta entonces solo a ti, y a veces, a tu círculo más selecto pertenecían; entonces te preguntas si vale la pena desnudar una parte de ti para que alguien que lee lo que escribes, desde quien sabe donde, bajo qué circunstancias y que quizá nunca llegues a conocer, piense que ha valido la pena la lectura, que ese cúmulo de palabras le aporta algo, alegría, energía, intranquilidad, rabia... Quizá una sonrisa, una lágrima o solo ganas de volverlo a intentar. Cuando escribí "No me gustan las orillas", supe que valdría la pena.

Me permitiré el lujo de decir a quien sea: Si quieres escribir, escribe. Escribe lo que quieras, pero si quieres que tus palabras sirvan para algo más que para recordar a la gente que aún no se han olvidado de leer, entonces escribe con el corazón. He aprendido que si eres capaz de utilizar tu corazón como tu pluma cuando quieras expresarte con palabras, entonces empezarás a transmitir. Mientras tanto, solo serán palabras.

La física de la búsqueda

"Al final, he llegado a creer en algo que llamo "La física de la búsqueda". Una fuerza de la naturaleza que se rige por leyes tan naturales como la de la gravedad. La Ley de la física de la búsqueda viene a decir algo así: "Si tienes el valor de dejar atrás todo lo que te proteja y te consuele, lo cual puede ser desde tu casa hasta viejos rencores,  y embarcarte en un viaje en busca de la verdad, y si estas dispuesto a que todo lo que te pase en ese viaje te ilumine y que todo el que encuentres por el camino te enseñe algo, y si estas preparado, sobre todo, a afrontar y perdonar algunas de las realidades mas duras de ti mismo, entonces la verdad no te será negada."

El anterior es un fragmento de una de las mejores películas que he visto en los últimos meses, la voz en off al final relata estas palabras a modo de moraleja y realmente llegaron a dejarme perplejo. Pensaba: ¿Cómo puede alguien tener tanta razón? No lo entendía. Lo único que sabia era que #quienqueraquefuese había dicho una verdad asquerosamente cierta.

Es sabido que las personas necesitamos siempre un motivo para hacerlo todo, si no es por y para alguien, es por y para nosotros, pero siempre buscamos que algo/alguien nos impulse hacia lo que queremos, hacia algo que alguien nos ofreció, hacia una posibilidad de mejorar en el futuro, hacia lo desconocido, hacia lo que nos da miedo, hacia lo que no nos creemos capaces de afrontar, e incluso hacia lo que no nos gusta. En palabras de uno de mis profesores de Economía: "El ser humano responde a los incentivos". También es sabido que las personas buscamos seguridad en otras personas, que en momentos de duda, el consejo de alguien cercano nos devuelve la confianza y nos desafía, en palabras de un profesor de Sociología: "El ser humano es un ser social".

Sin embargo, no dejan de ser demasiadas las veces en que dependemos de que alguien nos de ese toque de confianza para poder empezar a caminar con un propósito, poder caminar seguros y siempre recordando aquella palmadita en la espalda que nos dieron animandonos a intentarlo y arriesgarnos a la muerte en el intento. Pienso: ¿Qué pasaría si, por naturaleza, el ser humano no respondiese a los incentivos ni fuese un ser social?,  ¿Seriamos capaces de arriesgar una oportunidad aun con la certeza de que será la única?, ¿Lo intentaríamos una segunda vez?, ¿Emprenderíamos un viaje en busca de nuestro propósito en la vida, de nuestra verdad?, ¿Osaríamos soñar sin incentivos, sin palmaditas?...

Siempre he pensado que un sueño no cumplido puede hacer tanto daño al corazón como una enfermedad venérea al cuerpo. También he pensado que la Ley de la física de la búsqueda nos afecta tan directamente que no solemos darnos cuenta, de lo contrario seria como si alguien tuviese que entender primero cómo funciona el aparato digestivo para entonces comer. Si bien la Ley de la física de la búsqueda es un cuento, parábola, metáfora, llámala como quieras, pero lo cierto es que el que la percibe, le es tan fácil e indoloro como respirar. Es tan fácil e indoloro como hacerte dos preguntas cada día: "¿Porque hago lo que hago?" y "¿Para qué?".

Es en ese preciso instante cuando aplicas la Ley de la física de la búsqueda. Es en ese preciso momento cuando decides embarcarte en busca de tu propósito, al mismo tiempo es cuando te das cuenta de que debes buscar dentro de ti, es cuando decides que todo lo que te pase, bueno o malo, te enseñará, es cuando decides que tanto el licenciado como el mendigo tiene algo que enseñarte, es cuando decides enfrentarte, aceptarte y perdonarte a ti mismo "...entonces, la verdad no te será negada".



Ratas en el avión


"Cuando intentes emprender algo seguramente habrá mucha gente a tu alrededor que te dirá que no lo hagas, cuando vean que bajo ninguna circunstancia podrán detenerte, intentarán decirte cómo tienes que hacerlo, y finalmente, cuando vean que por fin lo lograste, dirán que siempre confiaron en ti".


Ratas en el avión?. Si!! Yo las llamo ratas. Esas personas que intentan desconcentrarte cuando estas a punto de emprender el vuelo!! Un detalle curioso es que cuando te elevas a la máxima altura, las ratas no soportan la presurización de la cabina, y literalmente, mueren, sus chillidos se apagan. Ahí es cuando, sin decir nada, callas bocas.

Nunca dejes que las ratas se te metan en el avión, nunca dejes que te retrasen el vuelo y anulen tu destino, y si así lo hacen acuerdate que eres el piloto, calienta los motores, levanta los flaps y ponte a la máxima altura. 

Me gustaría agradecer a todos los que, diariamente y desde cualquier país, se interesan por leer lo que con amor escribo. Es bueno saber que hay gente que sonríe leyendo mis idas de bola. Gracias!!

Sin más, les dejo unas fotos de hace algún tiempo. Rincones de Gran Canaria.


No me gustan las orillas

Confieso que entre los recuerdos de las pocas etapas que llevo de vida, siempre tengo un sitio para un sentimiento muy particular, el sentimiento vital, ese que te revuelve el estomago, te quita las ganas de comer, te corta el aliento y te disminuye las ganas de caminar; me refiero al miedo, un miedo también muy particular. No me da miedo confesar que me dan miedo las gallinas, no sé a qué se debe, pero recuerdo que de niño soñaba que me perseguían gallinas gigantes y calvas. No me dan miedo los lugares oscuros, si acaso me causan incomodidad. Tampoco me dan miedo los espacios cerrados, las alturas, los retos, las nuevas situaciones, los gatos negros, las cosas que no conozco, si acaso me dan ganas de no enfrentarme a ellas, pero no miedo. 

Algo a lo que realmente temo es a no llegar a ser aquello que algún día me propuse ser, temo profundamente a verme un día en un momento de mi vida en que no me reconozca, a no saber qué es lo qué estoy haciendo, porqué, con quien y para quien, miedo a alcanzar tal estado de desesperanza que sea capaz de soltar las riendas de mi vida y simplemente sentarme a esperar que el viento sople fuerte para entonces empezar a volar, en definitiva, yo creo que se trata de un miedo a no ser yo mismo.

Desde que tengo uso de razón he pensado que estudiaría Administración de empresas, reconozco que en principio quería hacerlo porque sonaba bonito, pero conforme fui creciendo me di cuenta que realmente me gustaba, sin embargo, por curioso que parezca, las matemáticas y yo no somos muy amigos, soy de los que piensa que ya se esta haciendo mayorcita y que debe ir aprendiendo a resolver sus problemas por sí sola. Cuando estaba por terminar el bachiller, se me planteaba lo que a todo joven con algo de aspiración se le pasa por la mente: ¿Y ahora qué? ¿Donde quiero estar cuando tenga 30? ¿Y mientras tanto?. Tenia claro que me gustaban los negocios, mas no las mates, ¿Y entonces?. Empecé a buscar alternativas: estudiar bussines sin tocar un libro de matemáticas. Imposible. Llegué a la conclusión de que quizá la publicidad llenaría mis expectativas, lo cierto es que no lo hacía, pero tenia tanto pánico a morir en el intento que decidí renunciar algo que siempre quise y mirar hacia otro lado. Se acabó el curso, llegó el verano y con él las matriculas para la universidad, mi mente, cuerpo y alma estaban situados en la publicidad hasta que llegó aquel bendito e-mail: "Le comunicamos que no ha sido admitido en ninguna de las listas para los estudios requeridos...". Naturalmente el alma se me salió del cuerpo y durante aproximadamente 20 minutos releía una y otra vez aquel correo. Era como si me dijesen: "Lo siento, otra vez será", y es cuando piensas: "Y ya? No tiene nada mas que decirme? Solo que lo siente?. Nunca había sentido de esa forma lo feo que es cuando te golpean con la puerta en la cara.

De todas las opciones que barajé, ninguna había dado resultado y, aparentemente, tenia todas las puertas cerradas. Días mas tarde recibí otro e-mail en el que me daban una sola plaza, una que ni siquiera habia considerado porque hasta había olvidado que meses antes la solicité: Administración y Dirección de empresas.



Tenia que tomar una decisión: O enfrentarme a algo que no me gustaba y perseguir un sueño, o simplemente dejarlo ir y olvidarlo. Puede que para muchos hubiera resultado fácil, pero para mí era asunto de estado. Entonces volvió a invadirme ese sentimiento tan particular, y empapado de él decidí que lo haría, por lo menos lo intentaría. ¿Y si me equivoco?, ¿Y si me queda grande?, ¿Y si me sale mal?, ¿Y si...?. Pensar que a mis 80 años tendría que vivir con la frustración de que un día tuve en mis manos la oportunidad de mi vida y la desaproveche por miedo, era algo que no podía consentir sin al menos haberlo intentado. Entonces comprendí que dejarlo pasar  no era una opción, o al menos no lo era para mi. Nunca lo fué.


Si, posiblemente estos lo sean,  pero única y exclusivamente para aquellos que deciden quedarse en la orilla.


Trocitos de Lluvia en su ventana

Veo trocitos de lluvia en su ventana... y la verdad, no es que sea falso, es solo un poco surrealista. Para escribir esta entrada me senté en las escaleras de mi casa para que me diera un poco el aire, no sé si buscando que me diera mejor la señal del Internet o para que circularan mejor las ideas. No lo sé. Mientras estaba escribiendo, me imaginé que me caía una gota de agua filtrada de las escaleras de arriba y que a lo mejor se había caido ante el movimiento de alguien que, acurrucado en el piso de arriba , intentaba leer lo que estaba escribiendo a través de los agujeros de la barandilla. Apenas había pasado un par de segundos, pero yo ya tenia el titulo de esta entrada, y aunque la ventana es figurada, no deja de ser curiosa. Cuando me senté aquí hace unos minutos no tenia ni idea que lo que escribiría, pues anoche hice un borrador de algo que se me había ocurrido y esta mañana descubrí que simplemente ya no estaba. 

Ayer estaba buscando en Vimeo algunos videos que realmente me han gustado muchísimo y quería compartirlos con ustedes, pues creo que resumen de una manera muy peculiar, la esencia de algunos momentos de mi vida, quizá no relate experiencias vividas en otros países puesto que no los he visitado, pero no sé si se han dado cuenta de que tengo muchísima imaginación, me monto mis películas mentales cuando simplemente quiero darme cuenta del lugar de ocupo en la vida, en la vida de los demás, cuando quiero darme cuanta de que mi espacio no es solamente los metros que me rodean, cuando quiero darme cuenta de que en realidad tengo tanto espacio como mi mentalidad y motivación me lo permitan, cuando quiero darme cuenta de que hoy estoy aquí, mañana probablemente también, pero no sé qué pasará cuando mañana acabe. 

Viendo estos vídeos me entro esa sensación que suelo sentir muy a menudo, esa que parece que me ahoga porque siento que tengo tanto que hacer que no tengo tiempo, que no me alcanza la vida, que hay tanto camino que recorres, tanto país que visitar, tantas cosas que aprender, tantos errores que cometer, tantos idiomas que no entender, y personas a las que sonreír sin cuestionar, que siento que no me da con una sola vida. Es irónico pero no he cumplido ni los primeros 20 años de mi vida, y siento que no me alcanza el tiempo, sin embargo, algo me dice que eso es bueno.


Por amor al Arte

Hace algún tiempo, encontré en internet un artículo sobre una exposición que se hacia en todo el mundo y que próximamente llegaría a España. Se trataba de una colección de cadáveres que estaban "disecados" con la técnica de la plastinación. El inventor de este procedimiento medico es el artista.

Cuando vi las imágenes por primera vez me explotó el cerebro, me impresionó tanto que me puse a investigar todo lo que internet me pudiese ofrecer sobre Gunther Von Hugens y la plastinación. Tal vez me impresionó tanto debido a esa fantasía infantil, que entonces creía muerta, de ser medico forense, pues todos en algún momento de la vida quisimos ser astronautas, pilotos, bomberos o cantante famoso. Para algunos se convierte en realidad, para otros esa fantasía pasa a ser parte de algo a lo que llamo: "#Síperono", es decir, #Megustaperonomeveoenello. No sé, una cosa rara. 

Hice un mini-experimento en los días posteriores de encontrar lo que para mí fue un gran descubrimiento: mostraba las imágenes a algunos conocidos para ver qué opinaban sobre aquello. Curiosamente, la gente que me daba su opinión decía que le parecía un tanto tétrico (que lo es), grotesco, de mal gusto, e incluso amoral, decían que no era algo realmente estético ni bello a la vista, no como un Picasso o un Van Gogh, sin embargo sí coincidían conmigo en la opinión de que nuestro propio cuerpo es una maravillosa obra de arte. Y pensaba yo: ¿Acaso no estamos hablando de lo mismo? Qué gran contradicción. 

Entonces entendí que se trataba de una cuestión de mentalidad. Dado a eso, descubrí que lo que me llamaba tanto la atención no eran los procesos químicos de medicina forense que hay detrás de los cuerpos plastinados, sino la forma que tenia este sujeto de entender el arte, su propio arte. Desgraciadamente, para muchas personas el arte sigue estando guardado en una caja donde solo hay obras de teatro, danza, pintura y escultura. Y es que para la mayoría de la gente, las exposiciones de Body World no son una expresión artística, mas bien son obra de un sujeto oscuro y sin escrúpulos al que llaman "Doctor muerte", cual asesino de LamatanzadeTexas.


 Opiniones hay tantas como colores y si quisiéramos captarlas y entenderlas todas, muy probablemente las cuentas nos darían un resultado  \infty \,\!. Si si, daremos vueltas a lo mismo infinitas veces cual pez que se muerde la cola. Por tanto decidí que no seria como ninguno de ellos, me prometí ser crítico conmigo mismo y con lo que captan mis sentidos. Algunos lo llaman Tenerlamenteabierta.

De la inspiración

El otro día me cuestionaba sobre aquellas cosas que realmente logran inspirarme a intentar o, directamente, hacer algo, en este proceso me di cuenta que eran infinidad de ellas, y que suelen ser mas comunes de lo que mucha gente piensa, cosas tan cotidianas como un par de zapatos y un baso de leche. Ridículo? Puede, pero estoy seguro de que mas de uno estará de acuerdo conmigo. Ahí va, una colección de cosas que para mí son realmente inspiradoras.


Alguien con no mucha vergüenza y muy seguro de sí, que sea capaz de ser quien quiere ser, sin importar la opinión del periódico "El Mundo". Este personaje lo ví por primera vez en una entrega de premios de música, me llamó la atención el pantalón que llevaba puesto, sin mencionar que soy fiel amante de los zapatos Vans. La manera de actuar que tenia me dio a entender que quizá no le tenia mucho miedo al ridículo. Desafortunadamente no conozco muchas personas así. Me resulta realmente inspirador.


Ver documentales sobre los viajes que millones de personas hacen a las principales ciudades del mundo. Me ayuda a soñar, o como digo yo, a tener una imagen en perspectiva futura de donde pisará la planta de mis pies.



Gabriel García Marquez e Isabel Allende son dos grandes escritores que a menudo me son fuente de inspiración. No tengo escritores favoritos, solo estos dos. Personalmente me gustan los libros que, casi literalmente, te digan: "léeme", que atrapen mi atención de tal manera que me resulte casi imposible dejar de leer hasta que el sueño diga basta. Ellos, lo han logrado.






No he encontrado mejor libro como ejemplo de inspiración para mi, algunos libros te sugieren un mundo imaginario, otros una crónica de guerra, otros simplemente una historia basada en un hecho real. Lo cierto es que ninguno de los libros que he leído sigue inspirándome una vez se ha acabado la historia y el autor escribe: "The end". Ninguno ha logrado darme una sola pauta a seguir una vez cerradas sus páginas, este libro escrito en diferentes etapas históricas y por múltiples autores que nunca llegaron a conocerse, también lo ha logrado.


Una buena obra de teatro, música. Un escaparate...


...O imaginarme la historia de lo que pudo ser y no fue de un vagabundo que deambula por la calle, y quizá lo que será de él el dia de mañana si cambia su suerte, a menudo, me son fuente de inspiración.

De una playa

Recientemente leía un capitulo de un libro de Gabriel García Marquez, Relato de un Náufrago, una historia real basada en el testimonio del único superviviente de un naufragio de un barco colombiano proveniente de Estados Unidos. Su protagonista había sufrido cosas inimaginables en el mar, sucesos que rozan la fantasía y que realmente ponen a dudar al lector sobre su veracidad. Yo, estando en una playa, acostado sobre la arena, me sorprendió la maravillosa vista que tenia de un cielo profundo y azul. Nunca en mis tiempos de relax en la playa, habia tomado tiempo para admirar aquello que tenia sobre mí. Me sumergí en mis pensamientos e imaginaba que a lo mejor, el naufrago del que hablaba Garcia Marquez no estaba tan loco, a lo mejor era que soñaba demasiado. Me identifique con él, me vi adentrado en un mundo donde los sueños que tienen las personas se ahogan, donde a veces las metas no son lo suficientemente altas para merecer alcanzarlas, donde las aspiraciones se van con los suspiros y donde te apocan las malas circunstancias y el malestar general, me encontraba pensando en el mundo en que vivimos. Ahora el náufrago me parecía menos loco, ya no hablaba con los peces, solamente pensaba en alto, ya no veía a sus compañeros muertos hablando con él, solo los recordaba con amor... De repente todo era menos raro en las palabras de aquel libro, quizá influencia del mar, no lo sé. Lo que si sé es que cuando nos tomamos un tiempo para vivir y sentir las cosas, personas y situaciones que cotidianamente nos rodean, un tiempo para cerrar nuestros ojos y escuchar el viento, un tiempo para mirar mas allá de nuestros párpados cerrados, nos daremos cuenta de que al fin y al cabo, la oscuridad es simplemente la ausencia de luz, la guerra no es nada mas que ausencia de paz y que por mucho que dure la noche, amanecerá y veremos.

Al fin y al cabo, el náufrago vivió para contarlo y ahora veo la arena de forma diferente.